…pero es para hacernos tragar el cuento de los ministerios.
Quien se detiene a leer su reciente artículo “¡VIVA
LA CHURONITA! ¡VIVA!” se da
cuenta que el título es un anzuelo para atraer la atención y decirnos que, una
vez más, se han otorgado “ministerios instituidos y reconocidos” en “esta
Iglesia Comunidad Ministerial al servicio del Reino”, como se empecinan los
isamitas en llamar a una supuesta porción de la Iglesia Católica que peregrina
en el Oriente ecuatoriano.
Mons. Gonzalo empezó con esta confusa y peligrosa
práctica de dar ministerios a mujeres y hombres que permanecen laicos… aunque
tomen aires de sacerdotes/sacerdotisas. Estas personas, en la práctica, hacen
con que los padrecitos se tomen sus vacaciones para irse a Quito o a tomar unas
copitas en algún lugar no muy recomendable... Al par de eso, desarrolló una
“pastoral” contra el sacramentalismo y el clericalismo… Ahí están los frutos:
una iglesia en ruinas.
Para que las personas sepan cómo son las cosas y
pongan nombre a los bueyes (o los puntos sobre las íes) transcribimos lo que la
Iglesia Católica nos enseña sobre los ministerios
laicales Instituidos:
En la comunidad cristiana
hay ministerios ordenados (diaconado, presbiterado, episcopado), por los que
una persona es configurada por medio de un sacramento especial a Cristo como
Pastor y Maestro.
Hay otros ministerios instituidos: es la terminología que ha quedado en la Iglesia desde que Pablo VI, en 1972 suprimiera las "ordenes menores" y dejara dos ministerios instituidos: lector y acólito ("Ministeria Quaedam") con la posibilidad que las Conferencias Episcopales instituyeran otros ministerios como, por ejemplo, el de catequistas, sacristanes, distribuidores de la comunión, salmistas, etc.
Hay ministerios no instituidos, pero que de alguna manera tienen carácter oficial y más o menos permanente: son los que se pueden llamar reconocidos, como el nombramiento de ministros extraordinarios de la comunión. Pero los más numerosos de los laicos que ejercen ministerios en la liturgia son los que de hecho ejercen la proclamación de las lecturas, la animación del canto y la oración, el servicio en torno al altar (una especie de sustitución o de prolongación de lo que en principio harían los diáconos o los ministros instituidos como 3 lectores y acólitos).
En el caso de estos ministerios "de hecho" o los "reconocidos" no hay distinción entre hombre o mujer. Mientras que en los ministerios "ordenados" o "instituidos" sólo se pueden encomendar a varones.
Hay otros ministerios instituidos: es la terminología que ha quedado en la Iglesia desde que Pablo VI, en 1972 suprimiera las "ordenes menores" y dejara dos ministerios instituidos: lector y acólito ("Ministeria Quaedam") con la posibilidad que las Conferencias Episcopales instituyeran otros ministerios como, por ejemplo, el de catequistas, sacristanes, distribuidores de la comunión, salmistas, etc.
Hay ministerios no instituidos, pero que de alguna manera tienen carácter oficial y más o menos permanente: son los que se pueden llamar reconocidos, como el nombramiento de ministros extraordinarios de la comunión. Pero los más numerosos de los laicos que ejercen ministerios en la liturgia son los que de hecho ejercen la proclamación de las lecturas, la animación del canto y la oración, el servicio en torno al altar (una especie de sustitución o de prolongación de lo que en principio harían los diáconos o los ministros instituidos como 3 lectores y acólitos).
En el caso de estos ministerios "de hecho" o los "reconocidos" no hay distinción entre hombre o mujer. Mientras que en los ministerios "ordenados" o "instituidos" sólo se pueden encomendar a varones.
Los ministerios instituidos
son el lectorado y el acolitado. El lector es instituido para la función que le
es propia, leer la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica, y el acólito es
instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote.
Estos ministerios instituidos se reciben normalmente como preparación a las órdenes sagradas.
Tanto el lectorado como el acolitado son ministerios laicales que solo pueden ser conferidos a varones.
Estos ministerios instituidos se reciben normalmente como preparación a las órdenes sagradas.
Tanto el lectorado como el acolitado son ministerios laicales que solo pueden ser conferidos a varones.
Lo que no sea esto son invenciones que desorientan a los
fieles o que los tientan a tener un cargo, un puesto, una preeminencia, unos
dolarcitos… como les gustaba a los fariseos.
Los isamitas se jactan de sus más de cien sus “ministerios
reconocidos e instituidos” pero no dicen una palabra sobre el fracaso total de
las vocaciones sacerdotales en el Vicariato, tan necesarias para santificar, enseñar
y gobernar al pueblo de Dios. Como parche engañador, en 2010, justo un mes antes
de retirarse, el ahora misionero angolano “fundó” un seminario a cuya cabeza
quedó el P. Pinos!
Con Monseñor Gonzalo eran decenas de “instituciones
ministeriales”. El Obispo Celmo juzgó no ir más allá de tres. ¿Por qué será?
Entre ellos hay un Combicus, que nos hace pensar en el famoso
ladrón del Vicariato (lleva el mismo apellido ¿es también “ministro reconocido
e instituido”?) que cavó las trincheras
para que la gente no pueda ir a las celebraciones de Jesús Resucitado…
Con “ministros” así, la utópica
iglesia comunidad ministerial desde los pobres terminará anulando lo que
queda de la Iglesia Católica en Sucumbíos. No quieren otra cosa.
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