Estamos
viendo que en nuestra vecina Venezuela, se acabaron los alimentos, Las
medicinas, y ahora se acabó la gasolina. También ya se habían acabado los votos
(la democracia) y las libertades políticas. Nada queda de pie en ese pobre país
transformado ahora en dictadura militar, donde es un verdadero drama sobrevivir
entre saqueos y protestas.
En
la “Expo Venezuela Potencia 2017” (parece una broma) inaugurada este jueves,
Maduro ha declarado en Caracas que el proyecto de Hugo Chávez “se trata de un nuevo modelo de economía
alternativo que no es soplar y hacer botellas, como dicen; es un esfuerzo para
construir una economía soberana, nacional, productiva, con una fuerte carga
social, con un objetivo central de justicia y de igualdad social”.
“El metabolismo del cuerpo económico
venezolano era el ingreso de los petrodólares y vivir de las importaciones”. (De hecho, también se
acabó el petróleo, los dólares, las importaciones y las exportaciones, decimos
nosotros… Solo no se acabaron los delirios de Maduro).
Esas
declaraciones litánicas nos hacen pensar en la era isamita, en la que
pretendieron vendernos casi el mismo modelo que, aunque tenía fuertes
implicancias en lo político, se refería directamente a lo religioso.
Cambiemos
algunas palabras y mantengamos la idea de fondo. Imaginemos a Pablito o a Juanito
declarando por Radio Mentiras: “el
proyecto de Monseñor Gonzalo López se trata de un nuevo modelo de Iglesia del
reino, desde los pobres, para construir una iglesia soberana, amazónica,
indigenista, con una fuerte carga social y para privilegiar la justicia social.
Antes la Iglesia vivía de la fidelidad a la Jerarquía y al Magisterio que nos
venía de Roma. Ahora decidimos todo acá, sin injerencia de los demás Obispos
del Ecuador ni del Vaticano”. ¡De la que nos salvamos!
En
Venezuela, mientras no cae, Maduro está logrando su objetivo “igualitario”,
igualando en la miseria a los pobres sobrevivientes, chavistas o no. Menos mal
que isamis no consumó su proyecto nefasto aquí en Sucumbíos, aunque nuestro
Vicario Apostólico tome aires de hacernos creer que aún sobrevive.
¡Si
hasta muchos isamitas ecuatorianos dejaron ese credo!; los extranjeros que
vinieron a envenenarnos, siguen con la indigestión.
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