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domingo, 26 de marzo de 2017

Proyectos utópicos paralelos

Estamos viendo que en nuestra vecina Venezuela, se acabaron los alimentos, Las medicinas, y ahora se acabó la gasolina. También ya se habían acabado los votos (la democracia) y las libertades políticas. Nada queda de pie en ese pobre país transformado ahora en dictadura militar, donde es un verdadero drama sobrevivir entre saqueos y protestas.


En la “Expo Venezuela Potencia 2017” (parece una broma) inaugurada este jueves, Maduro ha declarado en Caracas que el proyecto de Hugo Chávez “se trata de un nuevo modelo de economía alternativo que no es soplar y hacer botellas, como dicen; es un esfuerzo para construir una economía soberana, nacional, productiva, con una fuerte carga social, con un objetivo central de justicia y de igualdad social”.

“El metabolismo del cuerpo económico venezolano era el ingreso de los petrodólares y vivir de las importaciones”. (De hecho, también se acabó el petróleo, los dólares, las importaciones y las exportaciones, decimos nosotros… Solo no se acabaron los delirios de Maduro).

Esas declaraciones litánicas nos hacen pensar en la era isamita, en la que pretendieron vendernos casi el mismo modelo que, aunque tenía fuertes implicancias en lo político, se refería directamente a lo religioso.

Cambiemos algunas palabras y mantengamos la idea de fondo. Imaginemos a Pablito o a Juanito declarando por Radio Mentiras: “el proyecto de Monseñor Gonzalo López se trata de un nuevo modelo de Iglesia del reino, desde los pobres, para construir una iglesia soberana, amazónica, indigenista, con una fuerte carga social y para privilegiar la justicia social. Antes la Iglesia vivía de la fidelidad a la Jerarquía y al Magisterio que nos venía de Roma. Ahora decidimos todo acá, sin injerencia de los demás Obispos del Ecuador ni del Vaticano”. ¡De la que nos salvamos!

En Venezuela, mientras no cae, Maduro está logrando su objetivo “igualitario”, igualando en la miseria a los pobres sobrevivientes, chavistas o no. Menos mal que isamis no consumó su proyecto nefasto aquí en Sucumbíos, aunque nuestro Vicario Apostólico tome aires de hacernos creer que aún sobrevive.

¡Si hasta muchos isamitas ecuatorianos dejaron ese credo!; los extranjeros que vinieron a envenenarnos, siguen con la indigestión.

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