Vean esto y escojan el modelo
¡Qué bueno es que se caigan las máscaras y
que la gente vea quién es quién!
No se trata de exaltar aquí la figura del
Cardenal Burke ni, sobretodo, de denigrar la del Papa Francisco al que se le
debe respeto, y más que a nadie. Se trata de penetrar en las mentes de supuestos
“teólogos” que son profundamente opuestos a la Iglesia y al Evangelio.
La idea que tienen de Dios y de la gente es
tan miserable como la forma de darles (supuesto) culto. Igual que los isamitas
de Sucumbíos que repetían que hay dos modelos de iglesia, este “teólogo” llamado
José María Álvarez nos dice que el Cardenal y el Papa encarnan dos modos
diferentes de entender lo que es la Iglesia. Hasta aquí, digamos, la cosa va.
Para apoyar a Francisco que representaría
el espíritu del “ya viejo Concilio Vaticano II” (claro, Álvarez admira al cura
guerrillero García Laviana) “hay que arrimar un poco el hombro”. ¿Y esto? Nada
de rezar o de ofrecer sacrificios; el asunto es “arrimar el hombro” (?)
“El
cardenal Burke encarna una postura conservadora radical que está demostrado ser
letal para la Iglesia, como lo demuestran las estadísticas y podemos ver con
nuestros propios ojos cuando participamos en las eucaristías parroquiales,
donde se percibe de manera notable la ausencia de jóvenes”
Señor -o Padre?- Álvarez: antes del
Vaticano II las iglesias eran más concurridas, las celebraciones más atrayentes
y los jóvenes acudían, amoldando su conducta a la moral cristiana. Jamás
hubieran pretendido comulgar habiendo desecho su matrimonio al juntarse con
otro/a.
En Sucumbíos, por obra de la iglesia
utópica del reino de los pobres, las iglesias y capillas no solo no estaban
llenas sino que estaban cerradas y además en estado lamentable, sucias, sin
terminar de construir y con materiales ordinarios. Lo contrario del oro, la
seda y el armiño del Cardenal Burke… En Sucumbíos no había “olor a oveja” sino
a lobo. Y a veces a pólvora. Nunca a incienso.
Contestando la evidencia, el articulista
afirma: “Los conservadores a ultranza no
acaban de entender que la renovación de la Iglesia es cuestión de vida o muerte
para ella”. Los católicos de toda sensibilidad decimos lo mismo, pero
aplicado a los “isamitas a ultranza”: la Iglesia debe renovarse siempre fiel a
sus fuentes y produciendo maravillas. No miserias.
El artículo está ilustrado con algunas fotografías.
Francamente, las fotos del Cardenal rodeado de solemnidad y de respeto son más
simpáticas que la de Francisco carcajeando ante unos celulares…
Un sociólogo perspicaz escribió cierta vez:
“lo pobres adoran el lujo, solo a los
intelectuales (de izquierda, decimos nosotros) les gusta ver pobreza”. Es así.
En el título del artículo ya está todo el
veneno “Cardenal Burke vs. papa Francisco”
¿Por qué “versus”? ¿Acaso en la casa de Dios no hay muchas moradas? Es que en
la dialéctica marxista, la lucha de clases se impone… dinamitando la armonía. Ellos
dicen que hay dos modelos. Pero en realidad los isamitas son implacables, exclusivistas
y dictadores. Solo se aceptan a sí mismos.
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