El papa
Francisco, en su homilía del 27 de enero, ha partido de una afirmación
atestiguada por XXI siglos de historia: “La Iglesia no se puede
entender como una simple organización humana.”
¿Dónde
está la diferencia de las organizaciones meramente civiles? “La diferencia la hace la unción que el
Espíritu da a los obispos y sacerdotes para servir al pueblo de Dios.”
A
ver si ahora que tenemos nuevo Obispo nombrado por el Papa Francisco a través
del Nuncio Ottonello, los isamitas pasan a valorar la unción que el Espíritu le
ha dado, así como se la dio a los sacerdotes heraldos y a los “prestaditos” e
incluso a los mismo diocesanos… aunque éstos no valoren ni vivan sus
obligaciones ministeriales.
La
iglesia entendida como simple organización humana es la iglesia dicha
“democrática” (en realidad tiránica y exclusiva) de Isamis.
La
Iglesia entendida como arca de salvación y puerta del cielo, es la Iglesia
jerárquica y universal instituida sobre la roca y con sucesión apostólica, a la
que pertenece y representa, entre nosotros, Monseñor Celmo Lazzari.
La
unción no la da el olor a oveja sino el Espíritu Santo.
Es
por la unción del Espíritu que los Obispos se familiarizan íntimamente con las
ovejas hasta llegar a tener su olor, y eso sin necesidad de dejar la sotana, la
cruz pectoral, el anillo, la mitra o el báculo que sirve, además, para espantar a los lobos…
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