Efectivamente, los huevos de
serpientes han hecho daño a la Iglesia a lo largo de toda su historia. Pero la
Iglesia, sin mancha ni arruga, triunfa siempre, pues sus detractores externos e
internos acaban desentendiéndose de ella. Es la historia de las herejías, desde
los primeros tiempos del cristianismo hasta el momento actual, en que vemos aún
emerger el veneno del error, del cisma, de la impureza y de la rebelión.
Pero hay que reconocer que lo que
desgraciadamente no hacen los hombres contra el veneno, por debilidad o por
complicidad, el tiempo se ocupa de hacerlo. Así, vemos con alivio que los
abanderados del error van jubilándose, retirándose o pasando a mejor vida, al
tiempo que renacen con vitalidad siempre nueva, hijos e hijas fieles y amantes
de la Iglesia.
Queridos fundamentalistas –y otras
hierbas- del blog sucumbiosecuadorpaz: Analicen con la mente y el corazón (no
con el hígado y el puño cerrado) lo que pasa actualmente en la Iglesia: los
seminarios más estrictos en materia de formación son los más nutridos. Los
conventos más observantes y fervorosos, los más llenos de vocaciones. Las misas
y liturgias más cuidadas, las más concurridas. Donde hay oración, sacramentos y
vida fraterna, la gracia de Dios fluye y produce frutos. Miren las Jornadas Mundiales
de la Juventud, miren las audiencias y los viajes del Papa, miren todo lo que
ciertos miopes prefieren no ver porque no les gusta o no les conviene.
El Opus Dei, Comunión y Liberación,
neocatecumenos, legionarios y heraldos (para solo citar a los movimientos que
tanto queman en la pluma de ese blog fundamentalista tan poco amigo de
Sucumbíos, del Ecuador y de la paz), esas realidades tienen profusión de
jóvenes, de matrimonios, de universidades, de intelectuales, de editoriales, de
responsabilidades, de obras piadosas y sociales. Tendrán sus fallas, como los
tiene todo el mundo, pero al menos no ostentan el odio y la soberbia de sus
detractores. Esas realidades suceden a la luz del día y no trabajan maquinando
o engañando, como dice el sulfuroso blog.
No queremos dar ejemplos ni criticar a
otros hermanos, órdenes y congregaciones de nuestra Iglesia que tristemente se
van marchitando, precisamente por no ser obedientes ni cuidadosos de la
moral... mejor no hablar. Además, salta a los ojos.
Otra cosa: no parece que los heraldos
hayan fracasado en Sucumbíos ni en Fátima. Los cargos de administrador
apostólico y parroquial son por definición temporarios. En Sucumbíos trabajaron
y sanearon el terreno. En Quito se ocuparon de atender una parroquia mientras
el Obispo no nombrara un nuevo párroco. No se ve en qué ese servicio haya
fracasado. Sí, en cambio, parece un fracaso monumental lo que le sucedió a
isamis. ¿O no?
En todo caso, ya que hablamos de
serpientes y de fracasos, la gran fracasada es la serpiente infernal, vencida
bajo los pies virginales de María.
Por fin, un detalle elocuente y
sintomático: las referencias del cineasta sueco Ingmar Bergman y del francés
Albert Camus. Son personas de otras generaciones e ideologías que ya murieron y
que no pintan más. Otros aires soplan en el mundo y en la Iglesia.
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