Hace un año comenzó el fin…
Nueva Loja, 30 de octubre de 2011- Sucumbíos Información.- Se cumple un año de que la congregación Heraldos del Evangelio asumió por mandato de la Iglesia la administración del Vicariato Apostólico de San Miguel de Sucumbíos. Su gestión será corta pero fecunda.
Nueva Loja, 30 de octubre de 2011- Sucumbíos Información.- Se cumple un año de que la congregación Heraldos del Evangelio asumió por mandato de la Iglesia la administración del Vicariato Apostólico de San Miguel de Sucumbíos. Su gestión será corta pero fecunda.
Con nombramiento Pontificio otorgado a través de la Congregación de la Evangelización de los Pueblos y puesto en funciones por el Nuncio Apostólico, el Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana; en presencia del Obispo saliente Mons. Gonzalo López Marañón y acompañados por otros Obispos del Ecuador, el nuevo Administrador Apostólico, Mons. Rafael Ibarguren, y los misioneros Heraldos asumieron sus funciones el 30 de octubre de 2010.
Antes de la llegada de los heraldos la contestación a la Iglesia era moneda corriente en el Vicariato, más concretamente en Isamis. Como ejemplo citemos la investigación e informe a Roma del Visitador Apostólico Monseñor Santoro hace un par de años y las rebeliones contra las disposiciones del Cardenal Días y del Nuncio hace un año atrás. Después de la llegada de los heraldos, esa contestación llegaría a límites delirantes:
Ya en noviembre los activistas de Isamis comienzan a dirigir cartas privadas o abiertas a las más diversas autoridades civiles y religiosas, nacionales y extranjeras, difamando a los nuevos misioneros a los cuales ni tiempo les dan para conocer los proyectos que nos traen.
En diciembre, se toman la iglesia del Divino Niño e impiden la entrada del párroco nombrado y de los fieles del sector. A fin de año, el Padre Pablo Torres fabrica y quema frente a su casa de Lago Agrio los monigotes representando al administrador apostólico y a los heraldos. En febrero, la asamblea diocesana de Isamis destituye por “incapacidad” al Administrador Apostólico y pide al gobierno su expulsión del País. Comenzaron un plantón frente a la catedral que llamaron “vigilia” con la intención de presionar a las autoridades para que los heraldos salgan de la provincia.
En marzo gritarían eufóricos durante la marcha por el día Internacional de la Mujer: “No nos moverán, con sus botas y cadenas, no nos moverán. Ni el Nuncio, ni Arregui, ni sus amigos pelucones, no nos moverán”. Y también: “Gracias le queremos dar, Señor Gobierno, por sacar a los Heraldos del Evangelio”. Un fraile carmelita, Padre Gallegos, declarará al periódico La Verdad de Lago Agrio el 16 de marzo que “no están dispuestos a rendirse (…) Queremos seguir como estábamos. De mi parte estoy dispuesto a dejar las sotanas”.
En abril, ponen cadenas, candados y zanja en la Iglesia de Jesús Resucitado, impidiendo el culto y el acceso de los fieles. También en la Vía a Colombia un animador social de Isamis les cierra las capillas de General Farfán. Por su parte, el Padre Remache impide a los heraldos y a los carismáticos que lleguen al El Eno.
En Semana Santa, el “seminarista” Carlos Botero (que sería encontrado con armas en su mochila en una posterior toma de la Catedral) interfiere para que no se celebren los oficios en Santa Bárbara, Alto Sucumbíos.
También en Semana Santa, el Padre carmelita Jesús Arroyo hará unas meditaciones chocantes en un Vía Crucis trasmitido por Radio Sucumbíos, ¡comparando Isamis a Jesús y el Vaticano al Sanedrín! En mayo, con un grupo engañado de indígenas armados con lanzas, toman por la fuerza la catedral de Lago Agrio, en medio de desmanes y faltas de respeto. Ahí permanecerán horas como protesta contra las autoridades del Vicariato.
Ni hablemos de la triste huelga de hambre que protagonizó en plaza pública y bajo los focos de los medios de comunicación ex Obispo que no solo no mejoró las cosas sino que las empeoró… a pesar que suspendió su supuesto ayuno diciendo que veía signos de reconciliación (?)
En todo este tiempo, las ondas de “Radio Mentiras de Sucumbíos, la compañera solitaria”, emitían desinformaciones y destilaban mucho odio. Vale la pena registrar aquí dos estadísticas significativas: el 17 de mayo, Radio Sucumbíos preguntaba a la población sobre su opinión al respecto del accionar de los Heraldos del Evangelio: 96 por ciento se manifestó a favor de los heraldos. Eso salió publicado en la página web de la radio. Otra encuesta digna de nota: el Diario Hoy de Quito, preguntaba el 21 de mayo: ¿Debe el gobierno intervenir en Sucumbíos? Y la gente respondió: SI, 17 por ciento. NO, 83 por ciento.
Pero a los de Isamis no les importan estas cifras ni otras manifestaciones y signos elocuentes como la multitudinaria “marcha blanca” o la propia vuelta atrás del Presidente Rafael Correa que moderó su crítica a los Heraldos y se distanció de los de Isamis.
Sería interminable describir las barbaridades e injusticias hechas por los de Isamis durante los últimos doce meses; hemos citado algunos ejemplos sacados de un mar de otros casos por el estilo. La historia, con su implacable juicio las irá diciendo. Además, el tema es original y atractivo para periodistas e historiadores y se presta para muchos debates.
En todo caso, hace un año, un nuevo capítulo se abrió en la historia del Vicariato. En tan solo un año ha cambiando su fisonomía: ya no están más los carmelitas creadores de Isamis. Ya algunos sacerdotes de Isamis dejaron sus funciones y se fueron; ya llegaron nuevos sacerdotes y diáconos de otras diócesis a evangelizarnos (de Ibarra, de Guayaquil, de Quito, de Loja), sacerdotes que no cuentan con el apoyo de los diocesanos de Isamis que se empeñan en no adaptarse a las nuevas exigencias pastorales; ya la gente sabe quién es quién, tiene parámetros para evaluar las cosas. La esperanza y la fe renacieron en nuestra provincia, realizando el sueño de los primeros religiosos carmelitas que llegaron hace ochenta años.
Es aún temprano para evaluar a fondo estos acontecimientos que, por otra parte, todavía se están dando. Pero creemos que en el futuro se medirá con claridad, cuánta arbitrariedad, injusticia y mentira ocurrieron aquí. Si no hubiese documentos probatorios, lo sucedido en Sucumbíos sería una ficción, un invento, algo totalmente inverosímil. Es inverosímil que personas no católicas dirijan una “iglesia” diferente, que gobernantes y políticos decidan los rumbos de la Iglesia, que el descrédito gratuito y la calumnia primen sobre la educación y la caridad, que en nombre de Dios se borre el culto que le es debido, que en nombre de la Iglesia se anule el Evangelio, los sacramentos y las obras de misericordia. Que en nombre de la comunidad y del bien social, de desconsidere a las personas, se las postergue y no se las promocione! etc. etc. etc. Isamis fue una pesadilla que no será fácil olvidar.
Y ahora, a los desórdenes y malos ejemplos dados, se viene a sumar el caso del reclamo de los Once del Putumayo: ¿Qué pasó con 1.100.000,00 dólares que habrían sido dados a Mons. Gonzalo para las víctimas? Los Once dicen en su versión que Mons. Gonzalo les dijo “Ya les dimos, un poco a Uds. Y el resto le di a los pobres”. El Padre Jesús Arroyo “Ya no hay, le dieron a los niños pobres y a la defensa”. El P. Edgar Pinos: “Que ya les dieron, que el resto a los refugiados. Y que por unos dólares no vamos a hacer quedar mal a la Iglesia”. Por su parte, Mons. Ángel Polibio Sánchez ha declarado que desconoce el caso, pero que los archivos del Vicariato están disponibles para investigar. Y ellos explican es su blog isamis2010 que está todo en orden y que el archivo del Vicariato está en manos de los heraldos del Evangelio (¡pero si los echaron hace cinco meses!) y que actuarán según las herramientas de la Constitución y de la Ley… Esperemos. Pero si en cuanto bautizados no obedecen a la constitución de la Iglesia y sus leyes, su jerarquía y su derecho ¿serán obedientes a las leyes del país, y más siendo muchos de ellos no ecuatorianos?
Masiva procesión en Semana Santa promovida por Mons. Rafael Ibarguren y los Heraldos del Evangelio |
Hace un año comenzó el fin de Isamis. Hay que celebrar esta fecha orando mucho por ellos y por nuestra sufrida Iglesia que se llama “Católica” y no “Isamis”. Las cosas que son de Dios perduran. Las que no lo son, pasan.
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