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lunes, 28 de noviembre de 2016

Las utopías siguen su propia suerte…

Después de un cuarto de siglo, la revista española Utopía “de orientación liberadora y profética” (léase isamítica) deja de existir. El blog redescristianas da la noticia.
http://www.redescristianas.net/25-anos-de-utopia-y-el-tiempo-se-ha-cumplido/#more-77222

A pesar de su proselitismo anticristiano, “no ha logrado cambiar las instituciones” dice Redes Cristianas. A confesión de parte… Es que las utopías ¡son utopías!

El Cristianismo, en cambio, es revelación precisa donde todo, incluso los misterios, tienen su razón de ser.

Considerar a la religión o a las cosas de la fe como utópicas es un error muy craso. Conlleva imaginarse a Dios como un spray difuso y no como un ser personal. Después, como consecuencia de ese capricho intelectual, viene toda la secuela de arbitrariedades que conocimos en Sucumbíos al pretender forjar una iglesia a la ONG, donde los sacramentos y el magisterio no existen y sí, y solo, un activismo enfermizo (entre paréntesis, lo contrario de la mística carmelitana) que produce cosas del tipo de las organizaciones populares, de mujeres, de indígenas, de “radialistas independientes”… Hasta hoy estamos sangrando.
 
Lo cierto es que las utopías terminan cayendo como cayó Fidel Castro, el tirano implacable e histriónico que oportunamente fuera excomulgado por Juan XXIII. ¿Por qué no se dice que una de las fortunas más abastadas del mundo actual es la que detentaba el “líder máximo”?. ¿Quién heredará su gigantesco patrimonio? ¿Cuál de sus cinco mujeres? Porque imaginar que el pueblo cubano será el beneficiado es otra utopía que no se sustenta ni un minuto. Por más que los ex frailes Boff, Betto inciensen ahora su cadáver cremado.
Un cuarto de siglo duró “Utopía”. Cuarenta años duró la utopía que conocimos en Sucumbíos. La de Cuba, duró más de medio siglo. Y todavía no ha recibido el tiro de gracia. Fueron pesadillas.

La Iglesia Católica, en cambio, lleva 2.000 años de maravillosos sueños realizados (pensemos en la evangelización de los indígenas que llevó a cabo Santa Laura Montoya y sus hijas espirituales, por ejemplo); son realizaciones que toda la saña calumniosa de sus enemigos anti católicos jamás conseguirá destruir.


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