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viernes, 1 de junio de 2012

¡Atención: sin norte, el Padre Pierre quiere llevar a otros al abismo!

El Telégrafo, 30/05/12
Pedro Pierre
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La percepción sobre el mundo de los pobres está cambiando. Anteriormente se los llamaba “subdesarrollados” porque el criterio de civilización y progreso era el desarrollo industrial y financiero de los países del “Primer Mundo”. Al nivel eclesial la visión era parecida: a los pobres se les hacía la caridad. Se pensaba que el desarrollo capitalista y la caridad humillante eran los caminos de la salvación material y espiritual.
Hace más de 50 años, Cuba sacudía el yugo del dictador de turno. Por esta misma época el papa Juan 23 llamaba a un concilio para poner la Iglesia al día. Los pobres despertaban tanto en la sociedad como en las iglesias. Descubrían que la pobreza y la miseria no eran una fatalidad ni un don de Dios, sino el resultado de estructuras de despojo organizadas por el sistema capitalista: los pobres se autollamaron los “empobrecidos”. El Concilio orientaba a los cristianos a redescubrir al hombre Jesús, su opción por los pobres y la edificación del Reino de Dios a partir de ellos. 
Los grandes documentos eclesiales de los obispos latinoamericanos reconocieron “el potencial evangelizador y liberador de los pobres”. En 1979, en Puebla, México, los obispos invitaban “a todos, sin distinción de clases, a aceptar y asumir la causa de los pobres, como si estuviesen aceptando y asumiendo su propia causa, la causa misma de Cristo”. En esos mismos años, monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador -asesinado por su opción por los pobres-, declaraba: “El pueblo es mi profeta”. Monseñor Leonidas Proaño, obispo de Riobamba fallecido en 1988, proclamaba que “su universidad habían sido los pobres”, y más particularmente los indígenas. 
Hoy el sistema capitalista agoniza y los países autollamados “desarrollados” se hunden en una crisis financiera, material y espiritual sin precedente. Por culpa de este mal desarrollo, la contaminación cambia el clima de todo el planeta, la destrucción de la naturaleza es superior a su capacidad de reponerse, el desempleo es una catástrofe humanitaria, las invasiones militares llamadas “preventivas” son más mortales que las guerras convencionales… 
Frente a este callejón sin salida, los pueblos indígenas y los pobres de nuestro continente abren caminos de esperanza y de fe, capaces de reorientar las opciones políticas y religiosas. San Pablo lo escribía: “Dios ha escogido lo que el mundo tiene por débil para avergonzar a los fuertes”. 
Es tiempo de confirmar que el sur es nuestro norte.


Es inimaginable que un sacerdote católico afirme las cosas que leemos en su artículo.

1) Es inimaginable que diga que la caridad, esa maravillosa virtud, sea “humillante”. Lo mismo dijo Marx y lo repiten los corifeos de la teología de la liberación.

2) Es inimaginable que ponga prácticamente al mismo nivel al dictador y tirano Fidel Castro y al beato Juan XXIII.


3) Es inimaginable que de a entender que solo con el Concilio la Iglesia se puso al día, como si antes no lo estuviera y sus 2.000 años junto a los pobres y a los débiles fuesen una quimera.

4) Es inimaginable que restrinja la vasta labor misionera de la Iglesia con la causa de los pobres y de los indígenas, discriminando y excluyendo a los que no son ni pobres ni indígenas. Además, ¿de qué pobres habla? “Bienaventurados los pobres de espíritu…” dijo Jesús.


5) Es inimaginable que en su obsesión reivindique las figuras de los Obispos Romero y Proaño, como si fuesen los únicos que en nuestro tiempo se han ocupado de los pobres y no diga una palabra, por ejemplo, sobre la Madre Teresa o el Santo hermano  Miguel, tan empeñados en la evangelización y en la promoción humana.

6) Es inimaginable que afirme que el sistema capitalista agoniza y no diga una palabra sobre la agonía, muerte y sepultura de la Unión Soviética y de los países socialistas, como supuestas opciones para combatir la pobreza. Cuba, tan admirada por él, es una isla prisión donde la miseria está a la orden del día.


7) Es inimaginable decir sin más que, ante la crisis actual “los pueblos indígenas y los pobres abren caminos de esperanza y de fe”, un disparate totalmente gratuito. Más bien es a los pobres y a los indígenas a los que hay que llevarles la fe y la esperanza. Y la caridad.

8) Es inimaginable que, como un trasnochado dialéctico comunista, el Padre Pierre oponga el sur al norte, en lugar de propiciar la integración armoniosa de que ambos puedan beneficiarse. Lo que él quiere es la lucha, la venganza, la guerra.


9) Cuando el Padre Pierre escribe “antes se pensaba”, hay que leer “antes yo pensaba” o “algunos pensaban”. ¡Qué no pretenda este ideólogo hablar en nombre de la humanidad!

10)        Cuanto a la “exégesis” que hace de la Escritura (“Dios ha escogido lo que el mundo tiene por débil para avergonzar a los fuertes”) bien puede ahorrarnos sus lecciones. Su pretensión ya le hace avergonzar al exponerse a los juicios y críticas que los ecuatorianos católicos y sensatos hacemos de sus lamentables escritos. Aunque más que de los fuertes, pertenece al campo de los débiles mentales (lo que no le atenúa su culpa y responsabilidad)


Por fin, es inimaginable que una persona como el autor de este artículo utilice su calidad de sacerdote para escribir y hablar estos desatinos y difundir así errores del tamaño de su despiste.

Quisiéramos saber qué mandato tiene de qué Obispo (ya que en la Iglesia no existen clérigos “sueltos” como en las sectas) y también cómo y de qué vive... ¿Nos lo dirá él o acabarán por decirlo otros?

Ya que escribe en un periódico, por respeto a sus lectores –y especialmente a los católicos- el Padre Pierre debe aclarar esta nebulosa detrás de la cual funciona.

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