La muerte es implacable. Ella llega tarde o temprano.
Parece ser ella el medio por el cual la providencia nos va librando de los “teólogos” libertarios, pródigos en compromisos políticos e ideológicos, que tanta confusión han causado entre los fieles y tanto daño han hecho a la comunidad.
Gracias a Dios, los cuadros no se renuevan, de manera que es una cuestión de cálculo cronológico: dentro de algunos años, la teología de la liberación estará muerta y enterrada.
Recemos, pues, por el alma del Padre Fernando Cardenal, jesuita nicaragüense, ex ministro sandinista (suspendido como sacerdote por San Juan Pablo II y, posteriormente, rehabilitado). También recemos por la conversión de su hermano, el ex sacerdote, marxista e igualmente “teólogo” y poeta, Ernesto, que carga 80 años sobre sus espaldas y está al borde de la tumba.