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domingo, 27 de julio de 2014

¿Dejar la Iglesia?


Desde hace algunos meses, el Instituto Monseñor Miguel Raspanti -próximo a la teología de la liberación (el instituto, no el Monseñor, de quién utilizan y deforman su memoria… es fácil ser porta voz de muertos) junto con la UNESCO y el ex clérigo mercedario vasco Xabier Pikaza, organizaron un Coloquio Internacional en Argentina para celebrar los 50 años de la encíclica Ecclesiam Suam de Pablo VI a realizarse entre el 18 y el 20 de julio en Haedo, Morón. Sugestivo es el lema que utilizaron; nos hace pensar en los ideólogos isamitas: “Anticipando auroras – releyendo profecías - consolidando sueños…”.

Para ellos, esa encíclica de Pablo VI está en ruptura con el magisterio preconciliar y también con las enseñanzas posteriores de San Juan Pablo II y del papa emérito Benedicto; Francisco estaría retomando el camino dejado. Para ellos…


Pues bien, a una semana de haberse realizado el evento, todavía no hay noticias disponibles en las redes sociales sobre el impacto que tuvo, si fue tan internacional como lo anunciaron, o si fue modestamente nacional o tan solo regional o, sencillamente, si fue apenas virtual e inexistente, como ciertos grandes eventos isamitas…

En su blog, el “ex” Pikaza da un título sugestivo a una nota sobre esa reunión, aunque no queda claro si fue escrita antes o después del coloquio: “Salir de la Iglesia para ser Iglesia”.

En esa aparente inocente frase está toda puesta una cierta ideología pastoral que conocimos en Sucumbíos durante la gestión carmelita en sus últimos 40 años. ¿Cómo es eso de “salir de la Iglesia”? ¿Salir de la Iglesia? ¡Nunca! En cambio, salir de los templos, salir de las sacristías, de las casas, para ir a buscar a la gente y traerla a la Iglesia, ¡Claro que sí! Es lo que nos pide Francisco. Pero no nos pide la aberración de dejar la Iglesia como lo hacen los ex católicos que se pasan a las sectas.

Estos “teólogos” liberacionistas quieren liberarse de la misma iglesia para construir otra. Es lo que nos dicen sin eufemismos: “Salir de la Iglesia para ser Iglesia”.

En esa perspectiva, comprendemos su odio a la celebración decorosa de la Eucaristía, a la frecuencia de los sacramentos, especialmente el de la reconciliación, al hábito religioso. Comprendemos los bautismos a cuenta gotas, las resistencias al Vaticano, al Nuncio y a la CEE, en fin, todo lo que tuvimos que soportar y lamentar en Sucumbíos. ¡Si se trataba de salir de la Iglesia para ser Iglesia!

“A rio revuelto, ganancia de pescadores” dice un refrán. Piensa esta gente que con sus coloquios (cincuenta años del Concilio, de Ecclesiam Suam, de la teología de la liberación, etc.) hacen eco a la labor de Francisco y van en su onda, pero se equivocan. La realidad es que confunden y dividen al pueblo de Dios.

En nuestra provincia, con los desvíos pastorales que protagonizaron para producir supuestas primaveras eclesiales, es patente que ya no están consiguiendo adeptos y no pueden, así, renovar sus cuadros. Algo parecido sucede en nuestros ríos que, por la contaminación del petróleo mal explotado por la Chevron, ya no son generosos en peces y en frutos. El refrán no se aplica, pues ya no hay ni carnada ni picada. Debe ser por eso que quieren ahora “consolidar sus sueños” apostando a supuestas “anticipadas auroras”…Todo muy ideal y hasta poético. Pero inútil.

Inútiles y contraproducentes son los coloquios, manifiestos y declaraciones que no están en comunión con la Iglesia jerárquica que es la Iglesia de siempre, “su Iglesia” (Ecclesiam suam).

“Habiendo Jesucristo fundado su Iglesia para que fuese al mismo tiempo madre amorosa de todos los hombres y dispensadora de salvación, se ve claramente por qué a lo largo de los siglos le han dado muestras de particular amor y le han dedicado especial solicitud todos los que se han interesado por la gloria de Dios y por la salvación eterna de los hombres; entre éstos, como es natural, brillaron los Vicarios del mismo Cristo en la tierra, un número inmenso de Obispos y de sacerdotes y un admirable escuadrón de cristianos santos.” Así comienza, glorificando a la Iglesia, la referida encíclica.

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