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jueves, 17 de abril de 2014

Homilía del Papa Francisco en la misa Crismal (hoy 17 de abril)

«"Alegría custodiada" por el rebaño y por tres hermanas que la rodean, la cuidan, la defienden: la hermana pobreza, la hermana fidelidad y la hermana obediencia», dijo el Papa Francisco, haciendo hincapié en tres rasgos significativos en la alegría sacerdotal: «nos unge, es incorruptible y es misionera.

Con la Liturgia que se celebra este día en todo el mundo, este Jueves Santo, por la mañana, en la Basílica de San Pedro, el Obispo de Roma presidió la Santa Misa Crismal, durante la cual bendijo los santos óleos para la unción de los catecúmenos, la unción de los enfermos y el crisma, para los grandes sacramentos que confieren el Espíritu Santo, es decir: Confirmación, Ordenación sacerdotal y Ordenación episcopal. Concelebraron con el Papa Francisco los Cardenales, Obispos y Presbíteros presentes en Roma. En la misma Celebración Eucarística, la renovación por parte de los sacerdotes de las promesas realizadas en el momento de su ordenación.

Ungidos con óleo de alegría. En su homilía, dirigiéndose a los queridos hermanos en el sacerdocio, el Papa recordó que «en el Hoy del Jueves Santo, en el que Cristo nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), hacemos memoria del día feliz de la Institución del sacerdocio y del de nuestra propia ordenación sacerdotal. El Señor nos ha ungido en Cristo con óleo de alegría y esta unción nos invita a recibir y hacernos cargo de este gran regalo: la alegría, el gozo sacerdotal. La alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios: ese pueblo fiel del cual es llamado el sacerdote para ser ungido y al que es enviado para ungir. Ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría».

Y señaló tres rasgos significativos en la alegría sacerdotal: «es una alegría que nos unge – dijo - (no que nos unta y nos vuelve untuosos, suntuosos y presuntuosos), es una alegría incorruptible y es una alegría misionera que irradia y atrae a todos, comenzando al revés: por los más lejanos».

Me gusta pensar la alegría contemplando a Nuestra Señora: María, la "madre del Evangelio viviente, es manantial de alegría para los pequeños" (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 288), y creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres.

«En este Jueves sacerdotal le pido al Señor Jesús que haga descubrir a muchos jóvenes ese ardor del corazón que enciende la alegría apenas uno tiene la audacia feliz de responder con prontitud a su llamado», pidió el Papa Bergoglio, rogando luego también por los recién ordenados: «cuida Señor en tus jóvenes sacerdotes la alegría de salir, de hacerlo todo como nuevo, la alegría de quemar la vida por ti».

Por los ya tienen varios años de ministerio: «que sepan rezar como Nehemías: "la alegría del Señor es mi fortaleza" (cf. Ne 8,10)». Y por los sacerdotes ancianos, sanos o enfermos: «que sientan la alegría de pasar la antorcha, la alegría de ver crecer a los hijos de los hijos y de saludar, sonriendo y mansamente, las promesas, en esa esperanza que no defrauda».

Fuente:RadioVaticana

 
Cómo nos gustaría ver los “ministerios” de isamis diciendo con alegría: ¡Viva el sacerdocio católico! ¡Viva la pobreza, la fidelidad y la obediencia!

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